La bombilla incandescente
El inventor estadounidense Thomas Alba Edición
célebre, sobre todo, por la invención de la bombilla incandescente, escribió en
una ocasión qué “para inventar es preciso tener mucha imaginación y un buen
montón de cachivaches”. Edison no fue la única persona que invento una versión
de bombilla incandescente, entre otros destacados inventores que idearon algún
tipo de fuente luminosa basada en la emisión de luz a partir del calor podemos
incluir el inglés de Joseph Sean. Sin embargo, se recuerda más a Edison por la
combinación de elementos añadidos que contribuyo a desarrollar un filamento de
gran duración, un vacío en el interior de la bombilla interior al que otros
inventores lograron conseguir y una red de distribución de electricidad que
conferiría a la bombilla incandescente una mayor utilidad práctica en
edificios, calles y comunidades.
En el interior de la bombilla
incandescente, la corriente eléctrica pasa a través del filamento y lo calienta
produciendo luz. El recinto vacío del cristal impide que el oxígeno del aire
oxide y destruya el filamento incandescente. Uno de los mayores obstáculos que
hubo que superar fue descubrir cuál era el material más adecuado
para fabricar el filamento. El filamento carbonizado de bambú de Edison
conseguía emitir luz durante más de 1,200 horas. En la actualidad se suelen
emplear filamentos de hilo de tungsteno y se introduce en la bombilla un gas
inerte, como el argón para reducir la evaporación de material del filamento. La
eficacia aumenta retorciendo el filamento que en una bombilla clásica de 60
vatios y 125 vatios de tensión es de 580 milímetros de longitud.
Sí las bombillas se hacen funcionar a voltajes bajos, pueden llegar a
ser asombrosamente duraderas. Por ejemplo: “La bombilla centenaria” de un
parque de bomberos en California lleva encendida casi interrumpidamente desde
1901. Por lo general, las bombillas incandescentes se empiezan a reemplazar por
fuentes luminosas más eficientes (por ejemplo las fluorescentes), fueron el
relevo de quinqués y lámparas de aceite – que producían hollín y eran muy
peligrosos. – transformando el mundo para siempre.
Fuente: El libro de la Física -
Clifford A. Pickover
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