La Aurora Boreal
“La aurora boreal se había convertido en motivo de
pánico”
Escribió el meteorólogo
Alfred Agno refiriéndose a la reacción de la gente en el siglo XVI ante la
aparición de cortinillas de luz en el cielo.
“En ellas se veían con claridad lanzas ensangrentadas,
cabezas separadas del tronco y ejércitos en combate. Al ver todo aquello, unos
se desmayaban, otros enloquecían”.
George Bryson señala que:
“Los antiguos escandinavos veían en las luces
septentrionales las almas recién liberadas de mujeres fuertes y hermosas
contoneándose en el aire. Un verde eléctrico salpicado de un azul de neón, un
rosa espeluznante tornándose rojo oscuro, un violeta reluciente desvaneciéndose”.
Partículas
cargas de energía que manan del viento solar entran en la atmósfera de la
Tierra y son canalizadas hacia los polos norte y sur magnéticos. Estas
partículas, al girar en espiral siguiendo las líneas de campo magnético,
colisionan con los átomos de oxígeno y nitrógeno de la atmósfera excitándolos.
Cuando los electrones de los átomos recuperan su estado normal de menor energía,
emiten una luz (por ejemplo roja y verde en el caso de los átomos de oxígeno)
que cerca de las regiones polares de la Tierra se percibe en forma de fenómenos
luminosos sorprendentes y que tienen lugar en la ionosfera (la capa más alta de
la atmósfera, cargada de radiación solar). El nitrógeno puede conferir el tinte
azulado cuando un átomo de nitrógeno recupera un electrón después de haber sido
ionizado.
Si está cerca del Polo Norte, la luz producida se llama aurora
boreal.
El
equivalente en el sur se llama aurora austral.
Aunque
hay pinturas rupestres del hombre de Cromagnon que parecen representar antiguas
auroras, no fue hasta 1621 cuando Pierre Gassendi, filósofo, sacerdote,
astrónomo y matemático francés, acuñó el término aurora borealis con los
vocablos Aurora (La diosa romana del amanecer) y Bóreas (El nombre griego de “viento
del norte”).
En
1741, los astrónomos suecos Olof Petrus Hiorter y Anders Celsius sugirieron que
las auroras estaban gobernadas por procesos magnéticos cuando apreciaron
fluctuaciones en las ajugas de las brújulas en el movimiento en que la aurora
era visible en el cielo. Hoy sabemos que otros planetas como Júpiter y Saturno,
tienen campos magnéticos más poderosos que los de la Tierra y también tienen
auroras.
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